¿Es el ser humano, por naturaleza, bueno o malo?, ¿o nace con una impronta neutra, pero con la cierta potencia del bien y la cierta potencia del mal?, ¿y qué hay de lo que cae en los terrenos fértiles de su mente y de sus manos? Todo lo dispuesto y construido por el hombre tiende a pervertirse, así como se pervierte el mismo hombre con el transcurso del tiempo. La política no escapa a tal veredicto. Los “asuntos de la ciudad y de los ciudadanos”, el arte racional y dialógico de la organización de la vida en las polis, cuya finalidad es que todos sus integrantes vivan en las mejores condiciones posibles y que este buen vivir perdure en el tiempo (el bien común y cronológico) tiene una clara tendencia a pervertirse y transformarse en un arte degradado. En un ejercicio animalesco y salvaje del desorden, las argucias, las deslealtades y los ataques personales (el bien personal por sobre el bien común). En su Ética a Nicómaco y Política, Aristóteles ya advertía que el buen polític...
Poeta y Escritor chileno/ Psicopedagogo: Instituto Profesional Los Lagos/ Profesor de Educación Diferencial Mención Accesibilidad para el aprendizaje: Universidad San Sebastián/ Magister en Educación mención Neurociencias aplicadas a la educación: Universidad Finis Terrae/ Filósofo