¿Cómo sería tu clase ideal? Aquella fue la
interrogante que me propuso una profesora de la asignatura de Lengua en el
contexto de un proceso de articulación. Tal cuestionamiento, tocó profundamente
mi espíritu ya que estaba en consonancia y en plena correspondencia a mi
búsqueda profesional. Me encuentro hoy, en un periodo crítico, posicionado
dentro de una crisis de mayor magnitud que la personal, me refiero a la crisis
educativa de la educación especial en nuestro país. En este entorno de crisis
nacional, soy yo mismo el que se encuentra en un conflicto profesional
individual. Mi transito no ha finalizado y mi búsqueda cada día la percibo aún
más profunda, a veces sumamente compleja, repleta de caminos sinuosos y
laberínticos, abismos lapidarios, llanos y cimas inspiradoras. Los días en el
liceo son en demasía desafiantes, trozos de creatividad caen desde la cabeza e
intento cada noche armar con ellos un gran rompecabezas, una teoría global que
responda a todo, a cada detalle, que arregle cada grieta del sistema educativo.
Las ojeras se me han acentuado. Pero estoy feliz, alegremente aproblemado.
En mi rol
profesional de educador diferencial no puedo renunciar a mi formación y médula
psicopedagógica. Esta bendita y maldita combinación que es como el fuego, una
brasa ardiente, una piedra angular que mantiene caliente la estructura
pedagógica que se levanta sobre ella. Bendita
me es la psicopedagogía porque nutre mi práctica docente con los elementos
propios del alma, de la mente, de la emoción, de la gestión, del liderazgo y de
la estrategia. Maldita me es la psicopedagogía porque continuamente me
cuestiona, carcome los pilares estables de lo que parece certero e inequívoco y
a veces quema, incendia todo hasta reducirlo a cenizas. Soy un ser que por
dentro, estoy cada día siendo destruido y construido. No estoy en paz, estar
satisfecho me es imposible. Pero estoy contento, alegremente atribulado.
Flexible,
tan flexible que al final de la jornada he perdido toda forma estable, puedo
ser todo y a la vez no ser nada. Soy un fluido que no necesariamente avanza en línea
recta, sino que se dispersa y fluye hacia todos lados, como la lluvia.
Comentarios
Publicar un comentario